martes, 30 de noviembre de 2010

La casa que mata

Venecia es un lugar hermoso que atrae a millones de turistas de todo el mundo, lleno de historias y leyendas que le dan una mística inigualable. Para los amantes de lo misterioso, las callejuelas y recovecos de esta mágica ciudad son un paraíso que explota ante sus ojos a cada paso y a cada mirada. 


Entre sus edificios históricos y calles antiguas, encontramos un palacio que se ha convertido en leyenda por su pasado trágico, ganándose el nombre de “La casa que mata".

Se trata de Ca´Dario, un antiguo palacio construido en el siglo XV, con su torre ligeramente inclinada y su fachada de mármol blanco, es considerado un edificio maldito en el que sus propietarios han muerto de modo violento y muchos de ellos en la quiebra. 

El nombre de Ca’ Dario le viene dado por el senador y comerciante veneciano Giovanni Dario. En 1487, encargó el proyecto al arquitecto Pietro Lombardo en un antiguo cementerio de Templarios. Los más supersticiosos achacan a este hecho el largo historial de desgracias del bellísimo edificio veneciano.


La primera desgracia ocurrió años más tarde del fallecimiento del cabeza de familia, Marieta Dario, hija del senador y comerciante, ocupo la casa junto a su esposo Vicenzio Barbaro. Se trata de un palacio precioso de tres plantas, con muchas chimeneas y con un jardín inmenso. A partir de este punto, todo fue un autentico río de desgracias: los Dario se arruinaron y Marieta y el resto de la familia se acabaron suicidando. Los Barbaro se quedaron con el palacio los siguientes años, y en el siglo XVII, uno de los sucesores y gobernador de Candia, murió asesinado en extrañas circunstancias.

Más tarde un rico comerciante de diamantes armenio llamado Arbit Abbdoll se encapricha del palacio y lo compra. Tras perder todos sus bienes muere en la miseria. Los años pasan, y el edificio llega a las manos de Randon Brown, estudioso y escritor inglés. Supuestamente homosexual, se acabó suicidando también, junto con su compañero, en dicho palacio. No fue el único homosexual que habitó Ca Dario: Charles Briggs, siguiente dueño, huyó de Italia por las acusaciones de homosexualidad, y acabó muerto al poco tiempo en México.


Pero la maldición llega hasta nuestros días. En 1970 el entonces flamante propietario del inmueble, el conde Giordano delle Lanze, fue asesinado en Ca’ Dario por su amante, Raoul, un joven marinero serbio de 18 años que le abrió la cabeza con una estatua de bronce. Tras cometer el crimen, Raoul huyó a Londres, donde a su vez fue asesinado.

Para entonces, la maldición de Ca’ Dario ya era de dominio público. Pero eso no evitó que Christopher Lambert, el mánager del grupo The Who, la comprara. Aunque quizás le hubiera ido mejor si no lo hubiera hecho. Poco después de adquirirla se cayó por las escaleras de la casa londinense de su madre, muriendo en el acto.

El siguiente fue el hombre de negocios italiano Fabricio Ferrari quien, tras comprar la dichosa casa, murió endeudado hasta las cejas en un accidente de coche. La misma suerte que corrió el tenor Mario Del Mónaco, que sufrió un grave accidente de tráfico que estuvo a punto de costarle la vida mientras se dirigía a Venecia para cerrar la compra de Ca’ Dario alguien le explica entonces la maldición del palacio y decide no comprarlo.


Con esa fama a sus espaldas, y después de que su último propietario, el magnate italiano Raúl Gardini se suicidara de un disparo en la sien en pleno escándalo de los procesos de corrupción de Manos Limpias, no es de extrañar que el fastuoso palacete renacentista llevara 10 años completamente abandonado. 

Estaba a la venta sí, pero no encontraba comprador. Y no sólo por su elevado precio sino sobre todo, cuentan los venecianos, porque nadie osaba desafiar la maldición que pesa sobre la casa. Ahora, sin embargo, un valiente millonario estadounidense acaba de atreverse a plantar cara al embrujo y ha comprado Ca’ Dario con la intención de convertirlo en un hotel. 

Son muchos los venecianos que no pasan cerca de la construcción. Sin embargo, dicen que los visitantes no sufren de esta maldición, sino que al contrario, visitarlo -según se ha corrido el rumor- trae buena suerte. Eso sí: desaconsejan habitarlo o comprarlo.

Lo que es cierto, es que este lugar se ha ganado una leyenda en la historia, es tanta su popularidad que hasta el propio Monett lo plasmo e inmortalizo en su cuadro Palacio Darío en 1908.


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